Francisco Rodríguez
Los mandarines de la Iglesia católica mexicana, ancestrales enemigos conjurados de la razón y de cualquier manifestación de progreso, han mostrado su músculo cuando quien sea se enfrente con sus creencias, dogmas, artículos de fe, ortodoxias, fervorines y dicterios. Es peor cuando sus aliados y protegidos faltan a la palabra empeñada en las sacristías y en los negocios.
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